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  • Foto del escritorKiara

Papusza; poesía y raza gitana.


Si ha habido un pueblo maltratado por la historia ha sido el pueblo gitano. Lleva emigrando desde el S.IX con la llegada del islam al noreste de la India. Desde entonces su peregrinación va de la mano de repulsa, genocidio, esterilizaciones forzosas étnicas, robos de hijos…


Es difícil mantener tu identidad como pueblo cuando te la intentan arrancar cada día. En España, la España de la República y el franquismo fue utilizado y vilipendiado por ambos bandos. Nacionalistas y republicanos veían a los gitanos como vagos y en la Ley de Vagos y maleantes así se veía reflejado. El bando franquista dio un paso más, admiradores de las técnicas nazis sobre la criminología biológica consideraron a los gitanos como “ladrones naturales” y al gitano “naturalmente criminal” como consecuencia de su “raza”. Otro criminólogo positivista llamado Rafael Salillas consideraba a los gitanos como “una raza de criminales”, no sólo por su sangre sino por su estilo de vida y el nomadismo. Los gitanos fueron considerados injustamente “enemigos sociales” y la biologización de los delitos pretendía esconder el fracaso del Estado en resolver los problemas derivados de la pobreza en una posguerra de miserias que se alargó mucho en el tiempo. Con un enemigo común, Franco esperaba unir a las 2 Españas. La forma de criminalizar a los gitanos fue especificar un tipo de delito propio de gitanos, como fueron el robo de caballos, mendicidad, hurtos en tiendas… Se generalizó la idea de que era un pueblo nómada y que ello era la razón de sus delitos. Fueron perseguidos, vigilados y apresados por prevención. Por otro lado, para fomentar el turismo, la mujer gitana fue instrumentalizada por su belleza y arte folklorico.


Los gitanos y gitanas tienen derecho a reescribir y dignificar su historia porque la peor discriminación que puede sufrir un pueblo es la de ser ignorado.


No soy gitana pero soy vecina, amiga y compañera. He podido ser partícipe de su cultura, de su fiesta, de su calor familiar y por supuesto, si hablo de mujeres en la historia también hay sitio para la mujer gitana y para su arte en forma de poesía; Papusza.




Cuando el gran invierno venga,

¿qué hará una mujer gitana con su niño pequeño?¿Dónde encontrará ropa? los corazones morirán.

Toda se ha convertido en harapos.

Se quieren morir.

Nadie lo sabe, sólo el cielo,

solo el río escucha nuestro lamento.

¿Cuyos ojos nos veían como enemigos?

¿Cuya boca nos maldijo?

No los escuches, Dios.

¡Escúchanos!Una fría noche vino,

La vieja mujer Gitana cantó

Un cuento de hadas gitano:

El invierno dorado vendrá,

nieve, pequeña como las estrellas,

cubrirá la tierra, las manos.

Los ojos negros se congelarán,

Tanta nieve caerá,

cubrirá el camino.

Solo se podía ver la Vía láctea en el suelo

En esa noche de helada

una hija pequeña se muere,

y en cuatro días

su madre la entierra en la nieve

cuatro pequeñas canciones.

Sol, sin ti, ver como

una pequeña gitana se muere de frío

en el gran bosque.

Fragmento LÁGRIMAS DE SANGRE


Papusza nació en el seno de una familia perteneciente a un grupo o tabor (grupo que viajaba junto con carromatos) conocido por los “Romaníes polacos de las Tierras Bajas” sobre 1908. Leía las estrellas y el cielo pero quería leer más. Con burlas y risas de su comunidad aprendió a leer.

A los 15 años le obligaron a casarse y cuando encarcelaron a este la volvieron a obligar a casarse con el hermano de su padrastro. Ella, siempre contraria a este matrimonio, encontró su forma de rebelarse en no tener hijos. Al tiempo encontró a un niño vivo tras una masacre contra el pueblo gitano de manos de los soldados nazis en Polonia y lo adoptó como hijo. Wajs, su marido, fue un músico que dirigía una orquesta itinerante y Papusza se integró rápidamente en el grupo y cantó canciones tradicionales. Al mismo tiempo, improvisaba poemas, epopeyas y canciones infantiles. Después, ella escribió todas sus creaciones en lengua romaní. Papusza cantaba con un estilo inconcebible para la tradición gitana, cantaba sobre el bosque, sobre lugares específicos, sobre su pueblo, sobre hechos concretos que acaecían en su tabor y cantaba, también, sobre las penurias que durante la guerra pasaron gitanos y judíos en su canción titulada Lágrimas de sangre.

En 1949, Papusza conoce a Jerzy Ficowski, un joven poeta polaco que huía de la policía comunista. Enseguida se enamoró del talento de la poetisa y le propone traducir su trabajo al polaco, trabajo que sería publicado al siguiente año en una revista. Pronto todos conocerían su cultura, sus tradiciones que llevaba con mucho orgullo pero también el hambre y la pobreza de una persecución a un pueblo entero. Su comunidad dejó de lado el cariño y amor que ponía en cada verso cuando hablaba de ellos y subrayaron que hacía mención a que debían de dejar de ser nómadas para facilitar la alfabetización de los niños y mejorar su calidad de vida como afirmaba Ficowski en un intento de ayudar a quien un día lo protegió. Fue citada ante el Baro Shero, el Gran Jefe o anciano que era la máxima autoridad de los rom polacos que, tras escucharla, la declaró mahrime, impura, y fue castigada con la expulsión de por vida de la comunidad rom. Quemó casi 300 poemas que ya nadie leerá y fue internada en un psiquiátrico debido a la depresión que sufrió. Murió en 1987 sin que nadie se enterara, sola y repudiada.

Años más tarde y recuperada parte de su obra, es conocida como la voz que más ha defendido su cultura, la cultura gitana y un estilo de vida desaparecido.

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