"Nadie estará sometido a esclavitud ni a servidumbre, la esclavitud y la trata de esclavos están prohibidas en todas sus formas".
Así dice el artículo 4 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos pero más de 45 millones de personas sufren esta lacra en el mundo. Los métodos de esclavitud que se engloban en este conjunto son la trata de seres humanos, los trabajos forzosos, la servidumbre por causa de deudas, los matrimonios forzados y la servidumbre o la explotación sexual.
En Níger la esclavitud fue abolida en 1960, pero hasta 2003 no se promulgó una ley estatal para criminalizar las prácticas esclavistas, castigándoles con fuertes sanciones que pueden llegar hasta los 30 años de prisión. Sin embargo, el fenómeno persiste en todas las regiones del país. Hijos de esclavos nacen como tal sin mucha esperanza a que eso pueda cambiar ya que las autoridades hacen oídos sordos a las denuncias porque la tradición pesa y mucho.
Existe una “figura” denominada wahaya. Se llama así a las mujeres compradas por hombres, normalmente acomodados y de alto rango, en algunas zonas de Níger y Nigeria, que se convierten en sus esclavas o concubinas. El islam autoriza hasta cuatro mujeres 'legales', siempre y cuando el hombre las trate a todas por igual, por lo que la 'wahaya' se convierte en general en la 'quinta esposa' sin ningún tipo de derecho, una práctica que perpetúa la esclavitud en Níger
En general, son vendidas por sus amos a muy temprana edad. Un estudio puso de manifiesto que el 83 por ciento habían sido vendidas antes de los 15 años, el 43 por ciento de ellas entre los 9 y los 11 años. Quien las compró pagó en el 80 por ciento de los casos entre unos 300 y 600 euros.
Con mucha frecuencia, de los abusos sexuales y violaciones a las que son sometidas, las 'wahayu' tienen hijos que son reconocidos como legítimos por sus padres, aunque separados de sus otros hermanos y sometidos a los mismos malos tratos que sus madres. En ocasiones, los niños son alejados de sus madres a edad temprana, empiezan a trabajar pronto y nunca van a la escuela. Dado que estos niños se convierten en una competencia para el resto de hijos,muchas 'wahayu' viven en un temor constante de que les pueda suceder algo, incluso que sean secuestrados o asesinados.
Estas mujeres llevan una "vida de trabajos forzados, servidumbre y humillación, trabajan sin cobrar, pueden ser heredadas, vendidas o entregadas como regalo u obsequio de boda". Su sufrimiento solo acaba cuando se agotan sus fuerzas o mueren, aunque algunas logran escapar para, en la mayoría de las ocasiones, ser devueltas por sus familias.
Pero siempre hay quien se enfrenta a tradiciones, que se revela ante un sistema injusto. Cuando no tienes nada no puedes perder nada y dejas de temer a la muerte, sobre todo si es para proteger a lo que más quieres. Este es el caso de Hadijatou Mani, una mujer que luchó contra su destino y venció al gobierno de Niger.
Mani tenía 12 años cuando fue vendida. La compró El Hadj Souleymane Naroua, un terrateniente local que le triplicaba la edad, por 320 euros en una operación que cerró un amigo del amo de su madre. Ella era procedente de una casta tuareg donde la servidumbre forma parte de la tradición, los antepasados de la joven habían sido todos esclavos.
El primer año hacía tareas domésticas y trabajaba en el campo. Fue ahí donde, con 13 años, Naroua la violó por primera vez;
"Grité y grité y lloré, pero nadie acudió en mi socorro"
Y se sumó la violencia física
"Me obligaba a desnudarme para pegarme si había algo que él consideraba que hacía mal. Me pegaba cada día"
Como fruto de las violaciones tuvo tres hijos con Naroua, su ‘amo’, de los que viven dos, que la repudian porque, en el contexto de Níger y a pesar de que gracias a ella las leyes se han endurecido, la tradición está muy presente y no entienden que escapara de la casa de su propietario pero lucha por verlos.
Cada vez que se revelaba se escapaba pero era obligada a volver. En una de estas huidas contactó con la ONG Timidria. En 2003, Níger estableció un código penal más duro con la esclavitud. Naroua se podía enfrentar a 30 años de prisión, lo que Timidria se encargó de hacerle saber. Amedrentado, Naroua accedió a liberar a Mani, aunque exigió mantenerla como su quinta esposa. Ella se negó. La joven decidió recurrir a los tribunales locales que le dieron la razón: el matrimonio no existía, dado que no hubo consentimiento, ceremonia religiosa o dote.
Su marido recurrió a un tribunal superior que se acogió a la tradición para dictaminar que Mani estaba casada con Naroua. "Una ex esclava está, de hecho, casada con su amo una vez es liberada", rezaba el fallo. Mientras, la mujer se casó con el hombre que quería y, rizando el rizo, su ex amo la denunció por bígama. Los tribunales le dieron de nuevo la razón, y Mani y su marido fueron multados y condenados a seis meses de prisión. Tras recurrir la sentencia, fueron puestos en libertad después de permanecer en la cárcel dos meses. Hadijatou entonces llevó su caso ante el Tribunal de la Comunidad Económica de los Estados Africanos Occidentales (CEDEAO), que declaró al Estado de Níger culpable de no aplicar las leyes y proteger a Mani de la esclavitud. . Mani tenía una niña con su marido, Saratou, de siete meses, por la que temía. Si los tribunales se pronuncian en su contra, la niña estaría a merced del esclavista.
Ella ha sido la primera mujer que ha dado el paso en denunciar la esclavitud a la que fue sometida en su propio país. Actualmente Hadijatou Mani tiene 30 años y en 2008 recibió uno de los premios de Derechos Humanos que concede el Consejo General de Abogacía. Mani sigue luchando contra la esclavitud en su país que está afectando a más de 43.000 mujeres y está intentando recuperar la custodia de sus otros 2 hijos. Aún le queda camino, de hecho sigue procesada por bigamia.
Lala Gomà y Rosa Cornet llevan tiempo haciendo un documental para que todo el mundo conozca su historia del cual aun falta el final https://youtu.be/1kzV9WwxfZo
"La historia de Hadijatou es la historia de lo que ocurre no tan lejos. Y, sobre todo, es la historia de una mujer sin ninguna formación, que no tenía referentes de libertad, ni de respeto a los derechos humanos pero cuya fuerza interior, sabiduría interior o como queramos llamarlo la llevó a denunciar su caso y a llevarlo a la máxima instancia judicial sin tener en cuenta las consecuencias."
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