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Foto del escritorKiara

Funmilayo Ransome-Kuti; La Madre de África


África posee y ha poseído siempre sus propios modelos de civilización que no coinciden con la visión eurocentrista del mundo basada en que la “civilización” se sustenta en conceptos como vida sedentaria, organización en ciudades, estado-nación, economía de mercado, tradición cristiana, etc. El discurso de la superioridad y la “necesidad” de “civilizar” territorios “salvajes” ha sido utilizado para justificar barbaridades como la trata de esclavos o la propia colonización. En realidad África sólo interesa por sus materias primas, pero se camufla el saqueo con el falso argumento de que el europeo va a llevar a África el “progreso”.


La trata de esclavos negros termina cuando la revolución industrial inglesa revela que la explotación de mujeres y niños resulta económicamente más rentable. En el siglo XIX el asalariado cumple con turnos de 12 horas, donde se le exige la máxima productividad bajo la amenaza de perder su empleo. El alojamiento y la manutención corren a su cargo y no genera gastos de vigilancia, porque no existe el riesgo de que se escape. Sin duda más conveniente que un esclavo.


Tras la I Guerra Mundial comenzaron a darse en Nigeria una serie de movimientos de protesta. El primero de ellos es el surgido en torno al instituto de Onitsha, en 1916, que protestaba contra las tasas estatales, la autoridad colonial monopolizadora del comercio y la destrucción del antiguo comercio local. Otro movimiento se dio entre noviembre y diciembre de 1925 se dio el movimiento “Nwaobiala, liderado por mujeres, y que pedían la vuelta a los valores culturales previos, donde tenían una presencia social mucho más importante que en el sistema británico. Las mujeres podían tomar decisiones en el sistema político y contribuían a la producción y distribución de alimentos. En este sentido, la normativa colonial europea reforzó el papel de sumisión y de inferioridad de la mujer al negarles derechos legales en favor de los hombres (el derecho a la propiedad privada de la tierra, el derecho a participar políticamente, a la educación, a casarse libremente, etcétera), situación que las primeras constituciones y normativas nacionales de los Estados independientes, que en su mayoría fueron dictadas por las élites masculinas, continuaron y consolidaron.


Había nacido ya la conocida por “La madre de África”, una de las culpables de que precisamente en Nigeria se esté dando en la actualidad una de las mayores tasas de mujeres emprendedoras africanas.


Funmilayo Ransome-Kuti,educadora, activista feminista y sufragista del voto femenino de Nigeria además de luchadora por la independencia de su país. Nació en 1900, descendiente de esclavos, con una personalidad forjada por la lucha y supervivencia de sus bisabuelos. Estudió secundaria en su ciudad y cursó estudios superiores en Inglaterra. Regresó como maestra y se casó con el reverendo Israel Oludotun Ransome-Kuti en 1925, también involucrado totalmente en la campaña por los derechos humanos, antes de la independencia de Nigeria y con quien tuvo cuatro hijos.


Hacia la década de los 40 , el gobierno británico, disminuyó el papel de la mujer y su independencia económica y surgieron los prejuicios del género. En los años anteriores, la educación de las niñas era un pilar fundamental pero acabaron convirtiéndolas en buenas amas de casa. Ante esto, Funmilayo y su marido, fundaron la Unión Nacional de Educadores con un programa de educación para adultos pues querían mejorar la educación de las mujeres. Fundó una escuela de secundaria para educar a hombres y mujeres para ser líderes. Fundó, también, una organización para mujeres en Abeokuta, con más de 20.000 mujeres, muchas de ellas analfabetas. Emprendido muchas batallas contra la imposición de contribuciones especiales del gobierno colonial y la abolición de contribuciones opresivas contra las mujeres del mercado de Egbaland. L. Una de esas batallas en 1948 llevaron a la abdicación del trono del rey de Abeokuta. Ya en el 1950 creó la Unión de Mujeres de Nigeria, con integrantes de todas las provincias del país, y empezó a dar conferencias concienciando a las mujeres de su condición social, criticó la poligamia y el precio que había que pagar por la novia. Organizó a las mujeres que lucharon por su derecho al voto, por la igualdad y la justicia. Un sinfín de reivindicaciones que la convirtieron en la mujer más importante de la historia de Nigeria.


Durante la Guerra Fría y antes de la independencia de su país, Funmilayo Kuti realizó numerosos viajes, irritando tanto a las autoridades nigerianas como a los gobernantes británicos y norteamericanos por sus contactos con el Bloque del Este. Viajó, entre otros países, a la URSS, Hungría y China, donde se entrevistó con Mao Zedong. En 1956 las autoridades no le renovaron su pasaporte, con el argumento de que "puede asumirse que su intención es influir en las mujeres con ideas y políticas comunistas".​ También se le denegó una visa norteamericana bajo el argumento de ser comunista.


Funmilayo integró la delegación que negoció la independencia de Nigeria con el gobierno británico.

El ambiente igualitario en el matrimonio de Funmilayo, lo conocemos por las descripciones de sus hijos, los cuales, a diferencia de lo que era habitual, aprendieron de niños a coninar y hacer las labores de la casa. Su activismo lo ocuparon sus hijos una vez retirada de la política cuando Nigeria se independizó.


En 1974, uno de sus hijos, el introductor del afro-beet Fela Ransome Kuti , convirtió la antigua casa familiar en el centro musical y artístico más representativo del movimiento contestatario nigeriano, dándole al lugar el nombre de República de Kalakuta. El 18 de febrero de 1977, el gobierno nigeriano, con la intención de acabar con este foco de subversión, atacó con más de 1000 soldados las instalaciones de la Reública de Kalakuta, y tras cometer todo tipo de brutalidades contra los que estaban dentro (a Fela le rompieron los brazos, a niñas y mujeres las violaron, etc.), acabaron arrojando por la ventana a la anciana Funmilayo. A resultas de esta agresión moriría unos meses más tarde. En ese momento, otro de sus hijos, el Dr. Beko Ransome-Kuti, permanecía en la cárcel como preso político. Años más tarde, otro de sus hijos, el professor y médico pediatra Olikoye Ransome-Kuti, sería nombrado Ministro de Sanidad (1985-1992), según algunos, como un gesto del poder hacia una familia que tanto había sufrido por culpa de los gobiernos anteriores.


Eleanor Roosevelt presidió el comité que redactó el borrador de la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Reflexionando sobre el reto que supondría la aplicación de sus disposiciones, dijo:


"¿Dónde, después de todo, comienzan los derechos humanos? En lugares pequeños, cerca de casa, tan cercanos y tan pequeños que no pueden observarse sobre ningún mapa del mundo. Aún así, son el mundo de cada persona; el vecindario en el que ella vive; la escuela o la universidad a la que asiste; la fábrica, finca u oficina donde trabaja. Esos son los lugares donde un hombre, una mujer y un niño buscan la justicia, la igualdad de oportunidades, la dignidad sin discriminación. A menos que estos derechos tengan significado en estos lugares, perderán significado en cualquier otro contexto. Sin una acción ciudadana coordinada para defenderlos cerca de casa, nuestra búsqueda de progreso en el resto del mundo será en vano”.


Así fue como en 1978 se formó una leyenda. Una leyenda que debemos llevar a lo más alto y recordarla como lo que fue, La Madre de África.

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