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Foto del escritorKiara

Esclavitud del pueblo africano; arrasando las costas


Los pueblos del continente negro han sentido sobre sus espaldas, desde el siglo VIII hasta nuestros días, el peso insoportable de las esclavitudes humana, política, cultural y económica. Hay cabezas pensantes (poco pensantes la verdad) para los que parece que África sólo tiene historia a partir de ser brutalmente invadida, una historia de 600-700 años. África ha sido un continente culturalmente riquísimo (en recursos más si no se les robara).


Cuando el marinero portugués Anto-Gonsalves , en 1441, capturó en Mauritania los doce primeros negros, y dos años más tarde su compatriota Lanzarote da Freiras llevó a Lisboa a 235 esclavos del mismo color, estableciendo así un regular comercio de seres humanos, para beneficio de los europeos empezó el gran esclavismo del continente. Con la llegada de los europeos al continente africano y, sobre todo, después del descubrimiento de América y la prohibición real de esclavizar a los indios de aquellas tierras, la trata de esclavos negros se generalizó. Hablamos de millones de personas entre desplazadas forzosamente y muertas por las guerras encarnizadas para ser capturados. Los pueblos se vieron obligados a desplazarse hacia el interior para salvar sus vidas dejando atrás toda actividad económica como la agricultura, minería, artesanía, alfarería y el comercio local. Fueron constantemente saqueados; cosechas, ganado, marfil, pieles, cera, maderas preciosas… El 1º mapa es de las zonas donde mayor tráfico de personas había y el 2º el de las zonas más pobres de África. En las Amazonas de Dahomey escribo algo más del el esclavismo.






Pero no sólo fueron por ruta trasatlántica. España abasteció de esclavos al resto de Europa y posteriormente se enriqueció con su mercadeo en los países de Latinoamérica.


"Esto es parte de la historia silenciada. No el resultado de una casualidad sino de un ocultamiento intencionado por el estigma que supone ser el centro esclavista más importante del mundo", considera Isidoro Moreno, catedrático de Antropología Social de la Universidad de Sevilla.


Es una historia callada , que oculta las vidas cotidianas de hombres y mujeres anónimos que encontraron fundamentalmente en la música, los cantes y los bailes la mejor forma de resistir a la opresión de sus amos, el consuelo a la soledad, y que dejaron la impronta de sus ritmos en las bulerías, las alegrías o los tanguillos del flamenco.

A la terrible sangría de la trata de esclavos, el continente africano tuvo que añadir la esclavitud política y cultural del colonialismo, que supuso la destrucción de todas sus estructuras sociales, familiares y políticas y el desprecio a sus manifestaciones culturales y religiosas. En el siglo XVIII Europa entera se puso en marcha, guiada por la sagrada llama de su misión civilizadora, para "liberar" a los pueblos del continente africano. Unos los querían "liberar" de su salvajismo y barbarie, otros de su ignorancia, otros de su paganismo e idolatría, otros de su incivilidad e incultura.


Cuando en los años sesenta del siglo pasado la mayoría de países africanos consiguieron librarse del yugo colonial, uno hubiese pensado que, finalmente, las gentes del sur del Sahara podrían ser libres y construir con sus propias manos su futuro, pero no fue así. Estos países subdesarrollados tenían, pensó el mundo "desarrollado", demasiadas riquezas naturales para dejarlas en manos de los pobres nativos que no sabrían qué hacer con ellas: cobalto, diamantes, cromo, magnesio, oro, fosfatos, uranio, cobre y petróleo, además de enormes posibilidades agrarias. No, los maestros del neoliberalismo, y las instituciones financieras internacionales, debían decir a los africanos lo que tenían que hacer con sus enormes recursos, y las empresas multinacionales, que para ello están magníficamente preparadas, debían dirigir la explotación y gestión de todas estas riquezas. Con lo que los pueblos del África Negra volvieron a caer en un nuevo tipo de esclavitud, más sutil, pero no menos cruel que las dos anteriores.




En Mauritania aunque las leyes abolieron la esclavitud en 1960, existen hoy entre 80.000 y 90.000 personas controladas y tratadas como “propiedad” de otros seres humanos. La mayoría de los dueños suelen ser bereberes y árabes. La mayoría de los esclavos han nacido en esclavitud de servidumbre.


Las prácticas esclavistas en Níger alcanzan a unas 900.000 personas, que viven sometidas a trabajos forzados.


La palma en esta trágica historia de tráfico y explotación de seres humanos, se la lleva Sudán, a causa sobre todo de los abusos y genocidios de Darfur. Las tribus de origen árabe del norte consideran un derecho tradicional capturar y someter a esclavitud a los negros africanos de Darfur y del Sudan meridional.


132 niños-as, entre 5 y 18 años habían sido víctimas de la trama para trabajos forzados en Yeji, y fueron liberados en Sept. 2011 por la Organización Internacional para las Migraciones. Los niños habían sido vendidos por sus padres a pescadores locales.


Unas 300 mujeres salen a diario de Mozambique para prostituirse en Suráfrica, según Ilundi Cabral de “Save the Children”.


Según UNICEF y el Diario de Mozambique del 9.9.2012, sectas religiosas están involucradas en el tráfico de personas en Mozambique.


Unas 10.000 nigerianas alimentan cada año los prostíbulos europeos en Italia, Bélgica, Alemania y Holanda.


Jóvenes mujeres de Etiopía y Uganda son reclutadas por las mafias que dominan el lucrativo negocio de la prostitución para trabajar en Líbano y Bahrein.


Países, como Kenia y Senegal, cuentan con un bien organizado turismo sexual, para europeos y americanos.


La esclavitud no ha hecho más que adaptarse a los nuevos tiempos, en todos los países de África y del mundo, y apenas salen a la luz en los medios de comunicación.

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