top of page
Buscar
  • Foto del escritorKiara

Ellas también tienen voz


Me enfada enormemente que para desprestigiar el movimiento feminista occidental, las voces más rancias e ignorantes, llenas de consejos paternalistas que no necesitamos, nos digan que por qué no vamos a luchar por los derechos de la mujer en países islámicos. Que ahí no se atreve nadie a alzar la voz. No me enfada porque intenten callarnos, me enfada porque invisibilizan un trabajo incansable lleno de voces femeninas de esos países. Una lucha feroz de supervivientes. Esconden bajo la ignorancia años de lucha contra régimenes patriarcales.


La verdadera lucha por el feminismo surgió en 1980 cuando Pakistán estaba bajo el golpe militar de su tercer dictador militar, el general Zia-ul-Haq, cuya versión en sentido estricto del Islam sunita define la política de estado que resultó antagonista hacia las mujeres en Pakistán.

La ordenanza Hudood, promulgada en 1979 por el entonces presidente Mohamed Zia ul Haq y redactada según criterios de la ley islámica (sharía) reconoce como delitos de Zina conductas delictivas como la fornicación, adulterio, violación, secuestro, rapto o prostitución. Hasta ahí más o menos normal. Resulta que bajo esta ley, una mujer que denuncie su violación es acusada a su vez de adulterio si estaba casada o de fornicación si no lo estaba hasta que el tribunal se pronunciara. Ella estaría encarcelada ya que se asume que la violación ha sido un acto voluntario y actúa libremente. El violador a su vez queda libre. Para demostrar su inocencia, ella requiere el testimonio de cuatro testigos varones, adultos y que sean buenos musulmanes y la confesión del acusado ante el tribunal hasta la ejecución de sentencia. Las niñas allá no pasan por pubertad, de modo que son consideradas inmediatamente salen de la niñez como adultas. Eso las hace muy vulnerables frente a la ley desde temprana edad.

Para 1981 se impulsó a las organizaciones de mujeres para que formaran una plataforma de derechos para mujeres, el Foro de Accioones para Mujeres ( Women´s Action Forum) para que desafiaran la dictadura militar del general Zia ul Haq.

En 1983, el gobierno de Pakistán aprobó la Ley de Evidencia, que declaró que el testimonio de dos mujeres en una demanda es igual al testimonio de un solo hombre. La aprobación de esta ley draconiana provocó indignación en todo Pakistán y una de las consecuencias fue una protesta emblemática el 12 de febrero de ese año, en Lahore, de aproximadamente 200 mujeres, lo que atrajo la atención mundial. En conmemoración del hecho, el 12 de febrero se celebra ahora como el Día de la Mujer de Pakistán.

Según los informes de prensa que cita la Comisión Pakistaní de Derechos Humanos, una organización no gubernamental, más de 10.000 mujeres son violadas cada año en Pakistán, aunque se cree que la cifra real puede ser mucho más alta. Además de esos tremendos obstáculos legales para el procesamiento de una violación, existen varios informes sobre la participación de la policía en violaciones y en violaciones múltiples y sobre la protección policial de las personas acusadas de violación, sobre todo si proceden de familias influyentes. Las mujeres que han sido violadas corren también el riesgo de ser asesinadas por “honor”. Un pariente varón las mata porque se considera que han manchado el honor de la familia en la comunidad transgrediendo las normas sociales, que por lo que se ve incluye el hecho de haber sido violada. Se calcula que cada año se producen en Pakistán una media de mil asesinatos por “honor”. Incluso la Comisión Nacional sobre el Estado de la Mujer del gobierno pakistaní ha recomendado revocar las Ordenanzas Hudood, basándose en que son discriminatorias para las mujeres y que no se ajustan a los mandamientos islámicos. Así mismo, son contrarias a la Convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer (CEDAW), de la que Pakistán es parte, y a la Constitución de Pakistán, que establece en su artículo 25 que “Todos los ciudadanos son iguales ante la ley y tienen derecho a la misma protección legal. No se podrá discriminar a nadie por razón de sexo solamente”.

Benazir Bhutto fue la primera mujer que ocupó el cargo de Primer Ministro de un país musulmán y dirigió a Pakistán en dos ocasiones entre los años 1988-90 y 1993-96. Hizo de su política una defensa incansable de los derechos de la mujer basándose en las enseñanzas del islam. Trataba de distinguir entre las enseñanzas del Islam y los tabúes sociales, pues el Islam prohíbe las injusticias y trata a las mujeres no como parte componente de los hombres, sino como seres completos y autónomos. “Las prohibiciones impuestas a las mujeres [en el mundo islámico] no tienen nada que ver con el Islam, pero sí con costumbres y valores patriarcales…Como una mujer musulmán, estoy en contra de la idea de que en el Islam las mujeres son inferiores a los hombres… ” Bhutto prometió la abolición de leyes controvertidas (como las órdenes Hudood y Zina) que coartaban los derechos de las mujeres en Pakistán. Su partido nunca pudo llevar a cabo estas promesas durante sus periodos como Primera Ministra, debido a la gran presión ejercida por los partidos de la oposición.


Hina Jilani es abogada de la Corte Suprema de Pakistán y activista de derechos humanos pakistaní. En 1980 fue cofundadora del primer despacho de abogados formado sólo por mujeres en Pakistán. Luchó contra la dictadura del régimen encabezado por el general Zia-ul-Haq y fue detenida y encarcelada en diversas ocasiones. Además de proporcionar ayuda legal pro bona, también ha ayudado a establecer un refugio para las mujeres que huyen de la violencia y el abuso, llamado Dastak en 1991.3​ Además de gestionar un refugio, Dastak también organiza talleres para crear conciencia de los derechos humanos y la protección de las mujeres.


Khawar Mumtaz, recientemente nombrada presidenta de la Comisión Nacional sobre la condición jurídica y social de la Mujer. Trabaja en el Centro de Recursos para Mujeres Shirkat Gah promoviendo el empoderamiento de la mujer pakistaní. Lucha contra los crímenes de “honor”


Sharmeen Obaid Chinoy es una directora de cine, activista, autora y periodsita pakistaní. Ha abordado audazmente los abusos cometidos contra mujeres y niños en sus documentales durante los últimos 16 años. Su trabajo le ha valido dos premios de la Academia, seis premios Emmy y que se haya impulsado cambios legislativos importantes en Pakistán. Tras el lanzamiento de su documental "Saving Face" en 2012, acerca de los ataques con ácido contra mujeres, la provincia más poblada de Pakistán comenzó a procesar esos casos a través de tribunales antiterroristas, garantizando una justicia más rápida para las víctimas. El parlamento paquistaní aprobó una ley para criminalizar los asesinatos de "honor" después del estreno de la película.

En realidad cada mujer superviviente de Pakistán es un referente de lucha, una voz que se alza ya sin miedo.


Kainat Soomro tenía 13 años y se disponía a comprar un juguete para su sobrina recién nacida cuando tres hombres la secuestraron, la retuvieron durante varios días y la violaron repetidamente. Casi una década después aun lucha porque se haga justicia. Acude a los tribunales paquistaníes, protesta, rechaza los fallos del consejo tradicional Jirga y ataca a un poderoso terrateniente y a un político que, según ella, están protegiendo a sus agresores. La fundación de Malala ha financiado su lucha pero su familia está pagando su valentía. Una de sus hermanas sigue soltera y otra se divorció porque su familia política estaba avergonzada de estar relacionada con Kainat. En 2010, su hermano fue asesinado cuando ella se negó a guardar silencio.


A Mukhtar Mai la violaron sucesivamente cuatro hombres, durante más de una hora, por orden del tribunal popular de su aldea de Meerwala, al sur del Punjab paquistaní. La sentenciaron a «ver manchado públicamente su honor» por ser hermana de un niño de 11 años, del que se rumoreaba había mantenido una relación con Salma Bibi, una mujer de 22 años de una casta superior. Mukhtar fue arrastrada por una multitud armada hasta una choza de barro, y violada por dos hermanos y un primo de Salma, además de un juez del panchayat, el tribunal popular, mientras unas 400 personas gritaban y celebraban a carcajadas la sentencia, reunidas junto a la choza. La joven maestra fue premiada por la Sociedad de Derechos Humanos de Pakistán, grupo privado que llevó su defensa, por su valor al denunciar el salvaje crimen. En la actualidad, la señora Mukhtaran está utilizando los donativos (en www.mercycorps.org ) para iniciar un servicio de ambulancia y un asilo para mujeres y, además, está haciendo campaña en contra de los asesinatos de honor, las violaciones y los ataques con ácido que desfiguran a las mujeres. Pero el presidente Musharraf, a favor de defender la imagen de Pakistán, ha optado por encubrir la brutalidad en lugar de erradicarla.


Saba Qaiser con 18 años, en 2014 se había fugado de casa para casarse, pero su padre no lo aprobó y decidió lavar la deshonra familiar asesinando a su hija. Su padre y su tío quisieron apalearla, pegarle un tiro en la cabeza (afortunadamente sólo le dio en la mejilla) , meterla en una bolsa y lanzarla al río. De noche, cuando nadie estaba mirando. Y de hecho lo hicieron, pero ella logró sobrevivir. Saba se salvó y su padre y su tío, también. Un vacío legal permite a las familias dejar en libertad a los involucrados en los llamados crímenes de honor. Tras ser lanzada al río y cuando sus verdugos ya la daban por muerta, Saba logró agarrarse a unos arbustos en la orilla y salir del agua. Obaid Chinoy ha decidido convertir su historia en un documental titulado A Girl in the River: The Price of Forgivess.


Mohammad Jawad es un cirujano cirujano plástico que recorre el país reconstruyendo los rostros de personas que han sufrido la violencia con ácido. Se trata de un delito marcado por el género. Expertos aseguran que mujeres y niñas son las víctimas en casi 80% de los ataques. De este porcentaje, alrededor del 30% son menores de 18 años. Perfecciona la cirugía reconstructiva y da esperanza a las mujeres de Pakistán cuyos rostros fueron quemados con ácido por negarse a contraer matrimonio o no obedecer a sus esposos. Quien es atacado con ácido nunca se podrá olvidar de ese momento: su mente lo recordará siempre, y al mirarse al espejo lo volverá a recordar. Después de un ataque de ácido ya no hay vuelta atrás. Es un camino de ida hacia la muerte, pero de la manera más lenta, cruel y letal de todas.


Hay muchísima gente en la cabeza del movimiento feminista en Pakistan, en Marruecos, en Egipto… No sois nadie para menguar sus esfuerzos y hacerlos inexistentes. Alzar la voz les cuesta la vida pero ya no tienen miedo. No les calles.



�

�c��

53 visualizaciones0 comentarios

Entradas recientes

Ver todo

África

Las mujeres han sido capaces de cosas maravillosas, la historia está llena de ellas. Sólo hace falta encontrarlas

con ojos de mujer

bottom of page