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  • Foto del escritorKiara

Los Mosuo; el último matriarcado en China


El territorio Tang, adquirido mediante conquistas militares de sus primeros gobernantes y devastadoras guerras que provocaron la muerte de millones de personas, fue mayor que el de la dinastía Han. Estimulada por el contacto con India y Oriente Medio, el imperio vivió un auge de la creatividad en numerosos campos. El budismo, que había surgido en India en la época de Confucio, continuó floreciendo durante el período Tang y fue adoptado por la familia imperial, convirtiéndose en una parte esencial de la cultura tradicional china.


Así pues el hombre, era normal, que muriera en las guerras, que se dieran a una vida nómada e incluso que iniciaran una nueva vida como monjes budistas y accediesen a firmar voto de castidad y por lo tanto no reconocerían la descendencia que habían tenido viéndose las mujeres obligadas a formar sociedades matrilineales y matriarcales para hacer frente a esta situación.

Debido al aislamiento de un pueblo durante siglos, en un país donde nacer mujer era un estigma e incluso eran asesinadas al nacer, nos encontramos con lo que los chinos llaman el “Reino de las Hijas” donde la feminidad es celebrada, todo gira en torno a la mujer y la propiedad se transmite de madre a hija. Este pueblo se llama Mosuo. Este pueblo cuenta con entre 30.000 y 40.000 miembros organizados en 50 pueblos diferentes. Se localizan en una región que no había sido descubierta hasta los años 70 por su inaccesibilidad, para acceder a esta región se necesita un viaje de 9 horas en jeep. Debido a ello los Mosuo no adoptaron en ningún momento los patrones culturales chinos ni tampoco fueron obligados a ello. El lago Lugu en el remoto sudoeste de China, es el hogar del pueblo Mosuo desde hace más de 2000 años. Los Mosuo tienen su propia religión, costumbres, idioma y música. En una aldea al pie de una montaña sagrada los habitantes cantan en honor a la Diosa Gemu, en un lugar donde las mujeres dominan.



Su sociedad se estructura en torno a la familia, dirigida por una matriarca, elegida por sus cualidades dentro de las mujeres de la familia, no es un poder que se busque, sino que se encuentra en convivencia con el orden natural, con un papel decisivo en la organización y distribución de las tareas y supervisando los ingresos y los gastos; mientras que las decisiones realmente importantes se alcanzan por acuerdo entre todos los adultos de la familia. Cada familia vive en una gran casa de madera propiedad de las mujeres y que se heredará de madres a hijas. La mayoría de las casas reciben el nombre de una antepasada femenina, a la que realizan ofrendas.



Para las mosuo no existe el concepto de matrimonio o marido. Sus relaciones son poliándricas (más de un amante) lo mismo que ocurre con la contraparte. Para ellas solo existe el concepto de azhu, que significa en mosuo “enamorado íntimo”. Con ellos practican las “vistas de amor” o el “matrimonio ambulante”. Bajo esta fórmula de relación sentimental, los y las amantes no conviven bajo el mismo techo sino que él marcha por las noches a visitarla y retorna a su casa de madrugada. Estas relaciones, generalmente secretas, se mantienen vinculadas por afecto, así que cuando éste desaparece, simplemente se separan. De este modo la familia está formada la mujer, hijas/os, su madre, hermanas/os y sobrinas/os. La paternidad poco importa. No hay problemas de divorcio o abandono ni ruptura de familias. Los hombres viven toda la vida en casa de su madre, no sin responsabilidades familiares, ayudando a criar a sus sobrinos/as donde tienen un papel muy importante. La figura del padre la ejerce el tío.


Como económicamente hombre y mujer son independientes, las relaciones se establecen desde la total igualdad. Sin embargo habría que tomar en consideración la idea de matriarcado principalmente por dos aspectos. Por una parte es muy común la adopción y en ocasiones una hija adoptiva puede ser ella misma matriarca interrumpiendo así la matrilinealidad según los esquemas de parentesco. Mientras que por otro lado el poder político descansa sobre los hombres por lo que no se puede definir como una ginecocracia pese a que sean ellas las que lo eligen para mantener el orden y actuar de portavoz de la comunidad. Por lo que como sucede en otras muchas sociedades que se pretendió catalogar como matriarcados, el poder de las mujeres se encuentra en la esfera de lo privado mientras el poder político es cosa de hombres. Sin embargo en esta reciprocidad se encuentra el equilibrio de la comunidad Mosuo, el hombre sirve a la comunidad porque se siente parte de ella.

Cuando se le pregunta a los Mosuo porqué son ellas las que manejan este tipo de cosas siempre responden: “son mucho más capaces y no gastan en cualquier cosa”.

El resultado de todo ello parece ser una estructura familiar mucho más estable debido entre otras cosas a que no hay disputas por la repartición de las herencias ni por la redistribución de los bienes materiales, dando lugar a núcleos de poder con muy poca movilidad. Los mosuo adoran a la mujer, como ya se ha visto, antiguamente ellas eran su dios. Por lo que en esta sociedad, la igualdad y el respeto entre hombres y mujeres es total tanto emocional como sexual.

Uno de los primeros aspectos que más chocan de esta sociedad es la ausencia de violencia; no hay violaciones, ni robos, ni asesinatos. De hecho, siquiera hay un concepto para designar este tipo de cosas, así como tampoco para guerra o cárcel. No sólo no hay violencia sino que el buen trato y la hospitalidad parecen ser la norma general. No hay lucha por el poder, cada quien trabaja según su capacidad y los bienes son repartidos según las necesidades de cada cual. Gracias al ambiente tolerante, pacífico y de respeto mutuo, cualquier problema puede resolverse mediante las conversaciones y las consultas.


Desgraciadamente esta étnia está desapareciendo. El gobierno Chino niega su existencia, asimilandolos a la minoría Naxi, y ejerce presión desde hace 50 años para que abandonen sus prácticas sexuales y asuman las del resto del país. Además, el turismo ha llegado a la zona en hordas, y está afectando radicalmente a sus costumbres.

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