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  • Foto del escritorKiara

Li Tingting; la cara del 8 de marzo en China



En muchos países pesan más las tradiciones que la vida de las mujeres. Uno de esos países es China. Es el país más poblado del mundo, con más de 1300 millones de habitantes, y la primera potencia económica mundial por PIB, en términos de paridad de poder adquisitivo. Algunos gobiernos extranjeros, ONG y agencias de noticias critican constantemente la desprotección de los derechos humanos en China, al alegar múltiples violaciones a los derechos civiles como el encarcelamiento sin un juicio, confesiones forzadas, tortura, extirpación forzada de órganos, restricciones a los derechos fundamentales​ y el uso excesivo de la pena capital. Así no es de extrañar que el tema de la violencia de género no sea un tema que interese al gobierno y eso que alcanza cifras de plaga. Según la Federación Femenina del Partido Comunista, más de 90 millones de esposas sufren violencia de género. Decimos esposas porque sólo se cuentan como tal las ocurridas dentro del matrimonio (heterosexual claro…) y no es una cifra real porque pesa una de las enseñanzas de Confucio que reforzó la importancia de la familia tradicional en la sociedad china, al insistir en el respeto de los hijos a los padres y en la obediencia de las mujeres a sus maridos. También reforzó la sumisión del pueblo a las autoridades. De este modo es casi imposible que las redes familiares ayuden en un caso de malos tratos ya que se considera algo normal y revelarse sería una gran ofensa hacia el anciano de la familia. El 1 de marzo de 2016 se aprueba la primera ley contra la Violencia de género sin conseguir incluir los abusos sexuales como violencia dentro de la pareja o fuera.


El confucianismo fue canonizado durante la dinastía Qing (1644-1911), haciendo énfasis en la estricta obediencia del orden social. Eso significaba que tanto la esposa como el esposo debían recordar siempre su correcta relación, en tanto los homosexuales iban en contra de dichas leyes.


Así, en 1740, se promulgó el primer decreto antihomosexual de la historia de China, tachando de ilegal la relación homosexual voluntaria entre adultos cuando los registros antiguos sobre la homosexualidad masculina en China se remontan a la dinastía Shang en el siglo XVII a.c. Durante la revolución cultural (1966 -1976), los homosexuales enfrentaron la más feroz persecución en la historia china. El gobierno consideraba la homosexualidad como una vergüenza social o una forma de enfermedad mental. Hace más de 2 décadas que ya no se considera delito y desde el 2001 no aparece en las listas de enfermedades, la represión se lleva a cabo de forma familiar. Son sus propios progenitores los que amenazan y obligan (a veces de forma física) a llevar un tratamiento conversor de la sexualidad. Human Rights Watch (HRW) ha recogido 17 testimonios en la comunidad LGTBI china en un informe que denuncia las prácticas abusivas basadas en la pseudociencia que abarcan desde medicina oral e inyectable hasta electrochoques.


Existe también una fuerte tradición que empuja a casarse a los hijos para tener descendencia. Muchas veces, los gays y lesbianas son presionados para que se desposen con alguien del sexo contrario y procreen aunque no se sientan atraídos por sus parejas, sobre todo si no cuentan con hermanos o hermanas y la perpetuación del linaje familiar recae sobre sus hombros. Unos 16 millones de mujeres chinas se han casado con hombres homosexuales, de los que el 90% no ha salido del armario. Esto lleva a una práctica ilegal pero normalizada y que el Gobierno trata de lidiar con campañas para concienciar de su ilegalidad; la compra de bebes en el hospital.


Sólo era cuestión de tiempo que estas 2 opresiones llegaran a juntarse para ser más fuertes y fue en 2011. Este año se abrió un nuevo capítulo del movimiento feminista en China continental con la aparición de jóvenes activistas, con perfomances artísticas y actividades de calle que atrajeron la atención tanto de los medios de comunicación de masas como de público. La mayoría de estas jóvenes militantes feministas son también lesbianas, igual que Sinner B, el primer grupo militante feminista en Guangzhou. Las miembros de Sinner B inventaron el término “feministas lala” para referirse a su doble identidad militante, lala y feminista. La aparición de “feministas lala” suscitó apasionados debates entre activistas. Esta interacción dibuja una nueva dirección para el movimiento lésbico: en lugar de establecer alianzas en el seno del movimiento LGBT, ahora establece alianzas con el movimiento feminista fuera de la comunidad LGBT sobre la colaboración entre los movimientos lésbico y feminista.


Una representante de este activismo sería Li Tingting. La vida familiar de esta mujer no ha sido nunca un paraíso. Según Li, sus padres se habían visto obligados a casarse jóvenes después de que la madre quedara embarazada de ella. Cuando era niña, su padre –que laboraba en una compañía de agricultura–perdió el empleo. La ofensa del despido lo paralizó. La madre buscó empleo en una fábrica, hacía las tareas del hogar, pero era el padre el que debía estar mandando en la casa.

Fue a la universidad y allí empezó su pasión por el activismo. Creó una red de promoción de igualdad de género. En 2013, el grupo estaba formado por unos 200 voluntarios activos alrededor de China, muchos de los cuales, como Li, habían crecido experimentando la violencia doméstica. Ellos abogaron por la legislación de igualdad de derechos y destacaron por demandar la erradicación de conductas discriminatorias en el gobierno y las empresas. Pero lo que la hizo famosa fue su “performance art”, un término que se utiliza deliberadamente para esquivar la sensibilidad política de “protesta” , donde se remarca que para llamar la atención se rapó la cabeza, protestó en el tren y exigió igualdad y respeto vestida muy sexy. Una provocadora en el sentido real y amplio de la palabra.


"No es un escote. No es el hecho de mostrar más. Es una actitud. "


Tras las múltiples e ingeniosas campañas para defender los derechos de la comunidad LGBT, ella ha sufrido represión. No tiene miedo. Fue una de las principales impulsoras de iniciativas para “ocupar” los baños de los hombres en Pekín y Cantón (Sur) en 2012 para reclamar “paridad” o la de “desfilar” en una concurrida calle comercial de la capital con vestidos de novia manchados de rojo para denunciar la violencia doméstica.

En su perfil en Weibo –conocido como el Twitter chino–, la estudiante desafía al régimen. Fue perseguida y considerada una activista peligrosa.


El 6 de Marzo de 2015, Li y cuatro compañeras más; Wang Man, Wei Tingting, Zheng Churan y Wu Rongrong , conocidas activistas por los derechos humanos, decidieron participar en las acciones que se planificaban a nivel global dentro del movimiento Action/2015. Es un movimiento que aglutina a más de 1.200 organizaciones de todo el mundo para que en las dos grandes cumbres políticas de este año (la Cumbre del Clima y la Cumbre sobre los nuevos objetivos de desarrollo sostenible) tengan sobre la mesa las exigencias de la sociedad civil. Para participar hicieron algo que cruzaba la línea, algo muy peligroso y temerario. Querían repartir pegatinas. Las repartieron a los usuarios del metro, los trenes, los autobuses con unos delictivos mensajes: “Fin del acoso sexual, permítannos seguridad” o “Policía, detenga al acosador sexual”. Las 5 fueron detenidas y encarceladas por “generar disturbios y buscar problemas”. Y como suele pasar, un acto que perpetra el gobierno para callar voces sólo generó un revuelo internacional y unión nacional que presionó para que tras 37 días de encarcelamiento, en los que Li sufrió una clara homofobia diaria por parte de los guardias escuchando constantemente frases como ; ‘Los homosexuales son anormales. ¿Para esto te criaron tus padres?’ La feminista aún sufre restricciones de movimientos y amenazas de la Policía para que no contacte con los medios de comunicación.



El año pasado, la principal red social de la organización feminista más grande de China, Feminist Voices (voces feministas) fue suspendida por 30 días. El cierre de la cuenta estuvo relacionado con la publicación de un artículo que hablaba sobre las acciones del paro internacional de mujeres ese 8 de marzo en Estados Unidos y que protestaban a su vez por las políticas homofóbicas y misóginas de Trump. Las feministas chinas denunciaron que es un ataque a la sociedad civil, quieren quitarles la voz a las mujeres. Como han explicado desde esta organización, no se entiende porque la publicación de un evento en otro continente viola las leyes nacionales. Sin embargo, el hecho de haber publicado la palabra “huelga” en una red pública puede traer problemas en China debido a la política represiva del estado contra la organización de los trabajadores y trabajadoras y cualquier actividad que esté por fuera del control estatal.


Y si creemos que todo esto pasa muy lejos, que en España tenemos plena libertad para convocar huelgas y gritar fuerte, quiero recordar a nuestras 3 compañeras de Valladolid. La policía municipal retuvo la noche del 21 de febrero en la comisaría de la calle Gerona a tres mujeres que pegaban carteles de la huelga feminista del 8 de marzo y que ahora se enfrentan a una posible sanción en aplicación de la recién aprobada Ordenanza de Protección Ciudadana. Gómez considera que les podrían sancionar con multa de hasta 600 euros por “lo que llamamos la ordenanza mordaza”, la normativa municipal sobre Medio Urbano y Protección Ciudadana aprobada en el Pleno municipal el 6 de febrero, que sustituye a la vigente desde 2014. Según la activista, con esta actuación “están aplicando la ordenanza para reprimir la huelga general”.


Valladolid fue una de las ciudades pioneras en la aprobación de un texto para la sanción de comportamientos en el espacio público. En 2004, el entonces alcalde León de la Riva, del Partido Popular, firmó la Ordenanza municipal sobre protección de la convivencia ciudadana y prevención de actuaciones antisociales de Valladolid, con el objeto, según su artículo 1, de prevenir “actuaciones perturbadoras de la convivencia” y proteger “los bienes públicos de titularidad municipal y todas las instalaciones y elementos que forman parte del patrimonio urbanístico y arquitectónico de la Ciudad de Valladolid”.

En la práctica, la aplicación de estas normativas ha restringido derechos y ha dado lugar a situaciones cercanas al esperpento, como multas por beber refrescos en la calle o por pegar carteles anunciando un ciclo de cine en un colegio, como ocurrió la pasada semana en Granada.

Para más inri voy a recordar que en Valladolid, grupos de ultra derecha lograron expulsar de la Plaza Mayor de Valladolid una protesta en favor de los refugiados. Entre los ultras, los había de todo tipo, jóvenes, menos jóvenes y hasta ancianos. Algunos de ellos incluso vestían uniformes paramilitares y portaban banderas preconstitucionales "con la gallina franquista", desempolvadas del fondo del armario. Intentaron en varias ocasiones agredir a algunas de las personas solidarias con los refugiados, sin que en ningún momento fueran identificados por la policía. Pero es que para este país, los nazis, no perturban la convivencia y sus agresiones son gestos de patriotismo.

Compañer@s, el 8 de Marzo gritaremos fuerte, alzaremos la voz junto con los 177 países donde el movimiento feminista ha instado a la participación. No es una huelga elitista ni insolidaria, no es una huelga comunista ni anticapitalista, no es una huelga para blanquitas ni está convocada por Pablo Iglesias. Por ti, por las niñas que vienen detrás, por las que han sufrido represión por defender nuestros derechos y por mi.


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